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Carta del Presidente

Ayer “volví” del fin de semana -lo que en realidad significa que entré en mi despensa y me senté en mi escritorio- luchando con la forma en que yo, como mujer blanca, podía comunicar a nuestro personal racialmente diverso todo lo que se está agitando a nuestro alrededor. Nuestro increíble personal tiene su propia experiencia vivida, y una de nuestras principales áreas de especialización gira en torno a cómo reducir las desigualdades raciales en la salud maternoinfantil. Nuestros programas de visitas a domicilio, Healthy Start y la Asociación Enfermera-Familia, son líderes en este difícil campo de la salud pública.

Ahora, en los últimos cuatro meses, la pandemia de COVID-19 nos ha mostrado cómo las desigualdades raciales sistémicas en el empleo, la atención sanitaria y la vivienda repercuten directamente en quién contrae el virus y quién sobrevive a él. A medida que se van desvelando las desigualdades, los datos no sorprenden a nuestro equipo porque sabemos que el racismo existe y ha existido durante siglos, no sólo en las interacciones individuales entre las personas, sino en la forma en que están organizadas nuestras vidas. Incluso hoy, tras décadas de progreso en materia de derechos civiles, puede que trabajemos juntos, pero no es tan probable que vivamos juntos, vayamos juntos a la escuela o recemos juntos.

Ante los repetidos recordatorios del racismo, no sólo en nuestro sistema de justicia penal, sino en muchos otros sistemas, éste es el mensaje que compartí con nuestro equipo. Lo comparto ahora con vosotros como simpatizantes y socios porque, como la mayor filantropía al servicio de este condado racialmente diverso, tenemos la responsabilidad de reconocer que el racismo existe de formas insidiosas y profundamente perjudiciales. El condado de Delaware no puede avanzar sin que todos declaremos inequívocamente que el racismo es inaceptable, y sin que luego actuemos intencionadamente para lograr un cambio positivo.

Estos últimos más de dos meses han sido muy duros, las últimas semanas aún más, y ahora tenemos un fin de semana en el que es difícil sentir esperanza por nuestro país. La raza y el racismo han pasado a primer plano de un modo que hasta al más inconsciente le costaría ignorar. Ya sea el observador de aves Christian Cooper en Central Park, o Breol asesinato de Anna Taylor en Louisville, o la persecución del corredor Ahmaud Arbery en Georgia, o ahora el desprecio completamente gratuito por la vida exhibido por el agente de policía de Minneapolis al arrodillarse sobre el cuello de George Floyd, muestran un profundo, profundo defecto de nuestra sociedad. ¿Cómo no enfurecerse ante la injusticia?

Cada día, nuestro trabajo conjunto da prioridad a abordar las desigualdades raciales en la atención sanitaria. Realmente estás “siendo el cambio que quieres ver en el mundo” y tenemos que seguir desempeñando ese papel fundamental en la fundación. Gracias a vuestro trabajo diario en primera línea, estamos en una posición única para seguir insistiendo en que se reconozcan y aborden las desigualdades raciales. Hemos hablado de cómo será la vida cuando acabe la pandemia, y de cómo podemos asegurarnos de que no volvemos a las andadas, sino que damos un gran salto adelante. Como dijo ayer la escritora Roxane Gay en una columna del New York Times: “El resto del mundo anhela volver a la normalidad. Para los negros, la normalidad es precisamente aquello de lo que anhelamos liberarnos”.

Como terminé mi correo electrónico a nuestro equipo, agradezco tus pensamientos sobre cómo esta fundación, nuestro personal y nuestro consejo pueden formar parte de liderar con valentía, participar, crear e insistir en que otros se comprometan con una “nueva normalidad” para todos, y te deseo consuelo, seguridad y paz,

Frances M. Sheehan